Prevención para vivir

Las drogas. Aprendamos algo más

El consumo de drogas no es un fenómeno nuevo en la humanidad. Desde sus orígenes, el hombre aprendió a utilizar drogas con distintos fines: rituales, mágico-religiosos, curativos, etc.

 

Con el paso del tiempo, las drogas utilizadas y las formas en que éstas se consumen han ido cambiando. Actualmente, el incremento de su consumo y la incorporación al mismo de otras sustancias, hasta hace poco desconocidas en nuestro entorno cultural, han contribuido a que el abuso de sustancias se haya convertido en un fenómeno preocupante.

Los problemas generados por el consumo de drogas son muy variados y su origen no se sitúa en un factor causal único. De hecho, son el resultado de un proceso en el que las características de la persona, de la droga que se consume y de la sociedad se entrelazan y se condicionan mutuamente.

 

acompañamiento de familiares

 

 

 

¿Qué es una droga?

Droga es cualquier sustancia que, una vez introducida en el organismo a través de distintas vías (esnifada, inyectada, fumada o tragada), tiene capacidad para alterar o modificar las funciones corporales, las sensaciones, el estado de ánimo o las percepciones sensoriales.

Existen muchas clases de drogas y la gran mayoría son sustancias con las que convivimos y que son parte de nuestra forma de vida.

lgunas son legales como el alcohol, el tabaco o los fármacos (el hecho de que estemos acostumbrados a convivir con estas drogas no has hace menos peligrosas); otras son ilegales como el hachís, la cocaína, la heroína, y últimamente los sintéticos producidos en laboratorio.

Todas las drogas presentan un denominador común: al ingerirlas –sea cual sea la forma- pasan a la sangre y, a través de ella, al cerebro y a todo el organismo, provocando los diferentes efectos que las caracterizan: excitar, relajar o distorsionar la realidad.

 

¿Cuáles son los peligros de tomar drogas?

En general, las drogas afectan a la salud de las personas y a su desarrollo personal. Sin embargo, este hecho se incrementa aún más en el caso de los más jóvenes, puesto que cada vez que se recurre a las drogas como muleta para disfrutar de la vida o enfrentarse a sus exigencias se está limitando la oportunidad de demostrar y desarrollar los recursos y capacidades propias.

El consumo de drogas induce, por otra parte, a comportamientos descontrolados que se llevan a cabo bajo los efectos de estas sustancias; conductas, en muchos casos, en las que no se miden los riesgos, ni las consecuencias de lo que se está haciendo.

Un riesgo de las drogas –quizás el más importante- es su capacidad para crear dependencia.

La dependencia es el conjunto de comportamientos y de reacciones que comprenden el impulso y la necesidad imperiosa de tomar la sustancia de forma continua o regular, ya sea para sentir sus efectos o para evitar el malestar que produce la privación de esa sustancia.

Todas las drogas presentan esta característica. Aunque se afirma que algunas drogas no producen dependencia física (cannabis, alucinógenos, éxtasis…), éste es un asunto controvertido. En lo que sí hay unanimidad es en la capacidad de todas las drogas para provocar dependencia psicológica o emocional. Si bien es cierto que la facilidad para que se cree una dependencia física depende de muchos factores, también lo es que no hay ninguna persona tan segura que pueda afirmar que controla plenamente los riesgos de hacerse dependiente.

Además muchas de las drogas que se encuentran en el mercado ilegal están con frecuencia sometidas a procesos de adulteración. En estos casos, el posible consumidor no sabe qué es lo que está tomando y, por lo tanto, se sitúa ante unos imprevisibles riesgos añadidos.

 

¿Por qué la gente toma drogas?

Es difícil responder a esta pregunta, ya que cada persona es diferente y, por consiguiente, cada una persigue algo distinto cuando toma drogas: experimentar algo nuevo, animarse, divertirse, olvidar los problemas, superar la angustia o la tristeza, relacionarse mejor con los demás, etc.

No es correcto utilizar el término causa porque, en realidad, lo que influye en el consumo de drogas es un conjunto de características personales y unas condiciones ambiéntales que facilitan su uso. A estas características, condiciones u oportunidades que colocan a las personas en situación de consumir drogas les llamamos factores de riesgo.

 

Tipos de adicciones

 

  • Adicciones de ingestión (química): alcohol, nicotina, cocaína, marihuana, opio, sedantes e hipnóticos, anfetaminas, éxtasis, nuevos sintéticos y heroína.
  • Adicciones de ingestión (comida): anorexia, bulimia, comedor compulsivo.
  • Adicciones de conducta: al juego, sexo, trabajo, Internet, sectas, religión, relaciones (codependencia)

 

 

¿Qué son los factores de riesgo?

Son aquellas circunstancias o características personales o ambientales que, relacionadas con las drogas, aumentan la probabilidad de que una persona consuma esas sustancias.

Por tanto, podemos hablar de factores de riesgo relacionados con la sustancia, relacionados con las características de la persona y relacionados con el ambiente.

Los factores vinculados a la sustancia que consideramos droga entrañan riesgos derivados de sus propiedades farmacológicas, de sus efectos y de su capacidad para generar dependencia.

Entre los factores individuales, una baja autoestima, el gusto por las sensaciones nuevas, la insatisfacción con la forma en que se emplea el tiempo libre y el fracaso escolar pueden facilitar la implicación en el consumo de drogas.

Entre los factores ambientales, la aprobación social del consumo de ciertas drogas que están integradas en nuestra cultura o la disponibilidad de las sustancias. Sin embargo, el grupo de amigos es especialmente importante cuando en éste se aprueba y facilita el consumo de drogas. La familia puede también actuar como un factor de riesgo si hay ciertos hábitos y tolerancia hacia el consumo de drogas, si tiene un estilo educativo inapropiado (exceso de disciplina o de permisividad) y si la familia desarrolla el ocio y tiempo libre dentro de la cultura de consumo de drogas.

No podemos saber quién consumirá drogas y quién no lo hará. Pero sí sabemos cuáles son los factores que hacen que el consumo de drogas sea más probable. Por ello la prevención de esta conducta es fundamental.

En el ámbito familiar se pueden hacer muchas cosas para reducir la influencia de los factores de riesgo de consumo de drogas.

 

¿Qué es la prevención?

Prevención es anticiparse, actuar para evitar que ocurra algo que no queremos que suceda: en este caso, que se consuman drogas. Pero si ya se están tomando drogas, prevenir es intentar evitar que el problema vaya a más y, en caso de existir alguna situación de dependencia, ayudar a los hijos a superarla y a salir de ella.

 

¿Cómo se hace prevención?

El consumo de drogas está muy asociado a los estilos de vida. Por ejemplo, el consumo de alcohol está claramente asociado a una forma de relacionarse, de disfrutar el ocio, de los lugares en los que uno se mueve, de los grupos que frecuenta y últimamente de la forma de festejar momentos vitales como en los jóvenes los finales de curso.

El estilo de vida es la manera de estar, la forma en que cada uno de nosotros organizamos la vida cotidianamente, lo que comemos, las horas que dormimos, cómo ocupamos nuestro tiempo libre, cómo nos relacionamos con los demás, nuestros gustos, nuestras costumbres, lo que valoramos o consideramos importante, lo que opinamos, la postura personal ante todo lo que nos rodea: en definitiva, nuestra forma de vivir.

 

¿Qué es lo que nos permite distinguir cuándo un estilo de vida es correcto o incorrecto?

Para responder a esto necesitamos un marco de referencia que nos permita saber cómo actuar y el que también podemos seguir en la prevención del consumo de drogas. Este marco es la Educación para la Salud.

La Educación para la Salud es un conjunto de preceptos ofrecidos a las personas para que su comportamiento sea saludable, es decir, que prolongue la vida y su calidad. Consideramos que una persona está más sana cuando atiende a un equilibrio entre todo lo relacionado con su físico, con su mente y con su forma de relacionarse. Las drogas son factores que rápidamente desestabilizan este conjunto.

 

¿Quién puede hacer prevención?

La prevención es una labor de todos, no sólo de los expertos. Se compone de la suma de aportes que cada uno puede ofrecer desde el papel que desempeña y desde el lugar que ocupa: los médicos, el personal sanitario, los farmacéuticos, los educadores, los policías, los jueces, los trabajadores sociales…y, por supuesto, los padres. Todos tenemos algo que decir y algo que hacer; nadie puede hacerlo todo solo.

 

Y los padres y madres ¿cómo pueden hacer prevención?

La familia tiene un papel de indiscutible valor ya que, en todas sus formas y distintas culturas, constituye o construye el camino de crecimiento y adaptación de los nuevos miembros a la sociedad. Explica y tolera y aplaca las tensiones que se presentan en distintos momentos y sustancialmente aporta seguridad a todas las nuevas experiencias.

Es una estructura abierta que se adapta a la cultura en la que vive, que está en permanente conexión con ésta y que permite la transmisión de dicha cultura a las nuevas generaciones. La familia es, en definitiva, un espacio de crecimiento y aprendizaje para todos sus miembros, en la que los padres y madres pueden actuar como agentes de prevención.

La familia es la célula elemental de la sociedad y desempeña un papel fundamental en la transmisión de información y experiencias, de valores y reglas de conducta, proporcionando a los hijos perspectivas positivas de vida.

La familia puede aportar a los hijos un ambiente de amor y apropiación, dándoles la estabilidad emocional necesaria para afrontar su proyecto de vida.

En el entorno familiar, los padres deben suministrar normas de convivencia, ya que pueden ser un modelo de aprendizaje que facilite la socialización de los hijos, la convivencia solidaria y la autonomía.

La familia permite el establecimiento de una comunicación íntima entre sus miembros, favoreciendo el intercambio de sentimientos, emociones y experiencias como elemento fundamental para mantener una relación de bienestar, afrontar los problemas que surgen y orientar a sus miembros en su solución.

La familia puede facilitar la participación de sus miembros en la comunidad y les ayuda a adaptarse a los cambios que se producen en ésta.

 

acompañamiento de familiares

 

 

El entorno familiar puede convertirse
en un refugio para el descanso,
para compartir experiencias y momentos
de diversión.

 

Hacer prevención en la familia es tan natural como la misma convivencia entre padres e hijos. Es dar afecto y recibirlo, es comunicarse, es disfrutar juntos del tiempo libre, es poner límites y hacerlos respetar, es dar confianza y apoyo incondicional. En definitiva: es educar.

Por todo ello, desde los primeros años de vida de los hijos, los padres y madres podemos hacer una importante labor para prevenir el consumo de drogas.

 

Estrategias de prevención que se pueden desarrollar dentro de la familia.

Para prevenir el consumo de drogas los padres y madres debemos disponer de información suficiente acerca de estas sustancias y sobre las formas de intervenir para evitar su abuso.
Así mismo podemos desarrollar estrategias que potencien los factores de protección de los hijos y para ello debemos tener en cuenta cuatro principios o aspectos a cuidar:

 

  • Establecer normas adecuadas.
  • Crear una buena relación afectiva con los hijos.
  • Mejorar la comunicación con los hijos.
  • Favorecer un uso satisfactorio del tiempo libre.

Como es lógico, para abordar cada una de estas cuatro áreas, tenemos que considerar la edad de los hijos. Cada etapa evolutiva tiene sus propias características y debemos adaptarnos a ellas.

 

¿De qué se trata este tema de las normas adecuadas?

Una de las responsabilidades de los padres es, sin duda, establecer normas que regulen la conducta de sus hijos. Mantener una disciplina razonable pero firme es esencial para prevenir el consumo de drogas. A través de ella, el niño se dará cuenta de que su conducta y sus deseos tienen límites que no puede traspasar.

Aprenderá a enfrentarse a la frustración que se deriva de la imposibilidad de hacer lo que uno desea. También aprenderá a demorar las gratificaciones y a esforzarse para conseguirlas.

Será capaz de ajustar su conducta social a las normas de convivencia y le permitirá educarse en la responsabilidad.

Cuando los hijos son pequeños, deben recibir las normas de forma clara y ver que al cumplirlas son recompensados (por ejemplo, verbalmente).

Cuando los hijos son mayores, empezamos a pedir un comportamiento más responsable, tratando de que comprenda la importancia de las normas y de que las haga suyas, con el fin de que éstas se cumplan, no porque son impuestas sino porque son necesarias.

Al llegar la adolescencia, su tendencia al inconformismo puede hacer difícil mantener las normas. Para poder manejar mejor esta situación sugerimos que se actúe con claridad, voluntad de negociación y mucha paciencia.

Todas las normas no pueden ser iguales. Algunas son fundamentales y su cumplimiento es indiscutible. Deben ser pocas y tanto los padres como los hijos deben tener muy claro cuáles son.

Otras no son tan esenciales y permiten a los hijos encontrar el espacio más o menos amplio que necesitan para la rebeldía y la autoafirmación. También permite a los padres encontrar un margen para negociar y para enseñar a su hijo a tomar decisiones, a considerar los pro y los contra de cada opción, a decidir qué es lo que quiere y qué está dispuesto a hacer para conseguirlo.

De esta manera, responsabilidad y libertad pueden ir de la mano: en la medida que pueda asumir nuevos compromisos y muestre mayor responsabilidad podemos darle más independencia.

Si eres capaz de conjugar autoridad, razonamiento, diálogo y, sobre todo, mucho afecto, podrás ofrecer a tus hijos una respuesta clara y, al mismo tiempo, aceptable.

 

¿Cómo crear una buena relación afectiva con nuestros hijos?

La existencia de lazos afectivos fuertes dentro de la familia es muy importante para la estabilidad emocional de los distintos miembros de una familia.

Las investigaciones indican que un clima familiar negativo y una baja vinculación a la familia son un importante factor de riesgo que hace más probable el consumo de drogas.

Para fomentar el apego familiar es indispensable crear un clima afectivo positivo. Este es el ambiente que se desprende de las relaciones entre los distintos miembros de una familia. Conlleva actitudes de reconocimiento y respeto y la presencia de manifestaciones afectivas positivas.

Al principio, cuando los hijos son pequeños y se relacionan a través de las sensaciones que perciben, el contacto físico, la voz, la cercanía, etc., son las herramientas afectivas a utilizar. Más adelante, cuando aprenden a hablar, los mensajes de valoración y cariño han de estar presentes. De esta forma se les transmitirá la seguridad afectiva que permitirá un desarrollo madurativo correcto.

En edades anteriores a la adolescencia, los niños expresan sus emociones y sentimientos en su estado más puro. Afloran sentimientos como la ira o los celos y conviene tenerlos muy en cuenta para que puedan elaborarlos y canalizarlos adecuadamente.

Cuando los hijos son más mayores y ya han emprendido el camino hacia la autonomía, comenzando a crear vínculos fuera del hogar donde el grupo de iguales se torna más importante, puede parecer que no necesitan, e incluso, que no quieren, manifestaciones de afecto de los padres. Sin embargo, en esta fase, la afectividad y el apoyo incondicional son tan importantes como en etapas anteriores, porque es lo que les va a permitir completar su proceso de desarrollo personal y social.

 

No olvides que para mejorar el clima afectivo en tu familia debes:

 

  • Reconocer tus propias emociones. Esto te ayudará a reconocer las de tus hijos.
  • Expresar tus emociones. Les servirá como modelo para que ellos también puedan hacerlo.
  • Expresar las emociones negativas de forma adecuada.
  • Mostrar cercanía, contacto y afecto.
  • No amenazar con “dejar de querer” a tus hijos/as ante un comportamiento inadecuado.

¿Cómo mejorar la comunicación con nuestros hijos?

La comunicación es el vehículo de las relaciones y tiene una función claramente socializadora para los individuos.

Una buena comunicación familiar tiene una repercusión positiva en los hijos. Aumenta la asertividad de éstos, les da las claves para el manejo de la presión de grupo y les capacita para tomar decisiones.

Asimismo, los padres cuando se comunican con los hijos ofrecen valores y actitudes. Los valores de los padres, lo que para ellos es realmente importante, se muestran en conductas verbales y no verbales que serán imitadas desde los primeros años de vida. La amistad, la lealtad, la honestidad, la salud, la coherencia… se traducen en comportamientos cotidianos que, cuando son percibidos por los hijos, pueden ser asumidos como modelos de conducta.

Desde este punto de vista, la comunicación ha de ser uno de los valores más importantes para la familia y aún en las situaciones más difíciles es muy valioso que no llegue a romperse.

 

Para una buena comunicación familiar, los padres deben:

 

  • Saber escuchar.
  • Saber hacer cumplidos.
  • Aprender a decir no.
  • Aprender a hacer y recibir críticas de forma adecuada.
  • Saber negociar.

Si los padres aprenden estas habilidades podrán reducir esos pequeños vicios comunicacionales que afectan negativamente a las relaciones con los hijos.

 

¿Cómo favorecer un uso adecuado del tiempo libre?

El tiempo libre es otro ámbito especialmente importante para la prevención del consumo de drogas.

Es el tiempo en que hacemos lo que nos gusta, en los que buscamos diversión y relaciones sociales. Unos padres que actúan como modelos de ocio divertido, que se entregan con entusiasmo a aficiones constructivas, transmiten a sus hijos la idea de que es posible encontrar la diversión en actividades saludables.

Además si compartes esas actividades con tus hijos y les facilitas otras, permitiéndoles explorar sus gustos para desarrollar sus propias aficiones, será menos probable que el consumo de drogas llegue a ocupar un papel central en su vida.

Aumentar sus relaciones sociales, fomentar intereses variados y saludables, hacerles seguros de sí mismos mediante el afecto, constituye la mejor prevención para que se enfrenten a la posible presión de grupo hacia el consumo de drogas.

Conocer a sus amigos y tratar de orientarles hacia intereses saludables, es la mejor forma de que tal presión no se produzca.

Más tarde, durante la adolescencia, definiran sus propias aficiones partiendo de los hábitos adquiridos durante la infancia.

 

No debemos olvidar que…

 

  • Las drogas han existido, existen y existirán; por tanto, debemos educar a los hijos para vivir junto a las drogas, evitando que lleguen a establecer una relación problemática con ellas.

  • No es imprescindible saber mucho sobre drogas, pero sí necesitas saber cómo educar a tus hijos.

  • No te obsesiones con las malas influencias. Edúcales para ser autónomos e independientes.

  • No intentes que elija las opciones que tú crees que son mejores. Enséñale a tomar decisiones y a responsabilizarse de sus elecciones.

  • Sírvele de modelo de empleo satisfactorio y saludable de tiempo libre.

  • Si tu hijo ha tomado contacto con las drogas, no dramatices y reflexiona antes de actuar.

  • No pienses que no tienes los conocimientos suficientes para educar. Si tienes verdadera voluntad de hacerlo, lo harás bien. Dedícale tiempo, ten en cuenta unas ideas elementales y aplica el sentido común.

 

¿Qué hacer ante una situación de consumo de drogas?

Actuar con calma, sin dramatizar.

La drogodependencia es un proceso lento y evitable, que transcurre por etapas sucesivas y que no supone necesariamente una escalada forzosa, sino que puede detenerse incluso espontáneamente. Es fundamental conocer en qué momento del proceso se encuentra nuestro hijo, puesto que puede que haya realizado una primera experimentación o esté consumiendo esporádicamente, o por el contrario, realice un consumo más regular y habitual. En cualquiera de los casos, antes de actuar es necesario recabar toda la información posible sobre la situación.

 

TODAS LAS DROGAS

producen dependencia psíquica y, la mayoría, también física.

SUSTANCIAS

ASPECTO
EXTERNO

VÍA DE
ADMINISTRACIÓN

EFECTOS INMEDIATOS

EFECTOS DEL CONSUMO DE DOSIS ELEVADAS

EFECTOS A LARGO PLAZO

Alcohol

Líquidos, de varios colores, sabores y texturas.  

Se bebe.

Relaja, disminuye el dolor y la ansiedad, desinhibe. Provoca descoordinación y torpeza y altera la atención y el rendimiento intelectual.

Acidez de estómago, vómitos, diarrea, dolor de cabeza, deshidratación, descenso de la temperatura corporal, etc. En caso de intoxicación aguda puede darse depresión respiratoria y coma.

Alteraciones en el aparato digestivo (estómago, hígado y páncreas); inflamaciones, úlceras, degeneraciones del sistema circulatorio (corazón, venas y arterias): infartos, arterioesclerosis. Alteraciones mentales: delirios y demencia alcohólica.

Tabaco

Hojas secas en forma de hebras de color marrón.

Se fuma.

Estimula y favorece el estado de alerta. Puede funcionar como un hábito relajante y tranquilizador.

Aceleración del ritmo cardíaco, dificultad respiratoria, sensación de embotamiento y dolor de cabeza.

Alteraciones en el sistema respiratorio: bronquitis, enfisema, cáncer. Alteraciones del sistema circulatorio: infarto y arterioesclerosis.

Fármacos estimulantes
(anfetaminas)

Cápsulas, comprimidos o ampollas inyectables.

Se tragan o se inyectan

Tranquilizan, calman la excitación nerviosa y dan sueño.

Disminuyen los reflejos y provocan enlentecimiento respiratorio que puede llevar hasta el coma y la muerte.

Alteraciones neurológicas: temblores, vértigo. Alteraciones mentales: irritabilidad, depresión, deterioro psicológico general.

Fármacos depresores
(barbitúricos, tranquilizantes, hipnóticos)

Cápsulas, comprimidos o ampollas inyectables

Se tragan o se inyectan

Tranquilizan, calman la excitación nerviosa y dan sueño.

Disminuyen los reflejos y provocan enlentecimiento respiratorio que puede llevar hasta el coma y la muerte

Alteraciones neurológicas: temblores, vértigo. Alteraciones mentales: irritabilidad, depresión, deterioro psicológico general.

Hachís (porros)

Bolas o planchas como barro prensado color marrón oscuro (chocolate). Hojas secas. Aceite (como el alquitrán)

Se mezcla con tabaco y se lian unos cigarrillos que se llaman porros, petas, canutos, etc. A veces se come.

Relaja y desinhibe. Puede funcionar como facilitador de las relaciones sociales

Confusión, letargo, percepción alterada de la realidad y, de manera más inusual, estados de pánico.

Produce alteraciones en el aparato respiratorio.

Cocaína

Polvo blanco cristalino, parecido a la sal

Normalmente se esnifa, también se inyecta.

Estimula, excita, disminuye la fatiga, el sueño y el apetito. Aumenta la seguridad subjetiva y produce vivencias de bienestar. Puede provocar agitación, impulsividad y agresividad.

En dosis elevadas produce insomnio, agitación, ansiedad intensa, agresividad, ilusiones, alucinaciones, temblores y movimientos convulsivos.

Alteraciones cardiocirculatorias: infartos, hipertensión, hemorragias cerebrales. Alteraciones mentales: delirios, agitación, insomnio, irritabilidad, depresión de rebote. Lesiones locales de la mucosa nasal.

Drogas de síntesis (éxtasis)

Pastillas de distintas formas, tamaños y colores.

Se tragan

Estimulan y disminuyen el sueño y el cansancio. Desinhiben y proporcionan una vivencia de fácil contacto interpersonal

En dosis elevadas provoca ansiedad, pánico, confusión, insomnio, psicosis y fuertes alucinaciones visuales o auditivas.

Alteraciones mentales: ansiedad, pánico, depresión de rebote, delirios, insomnio, trastornos de memoria y concentración. Riesgo de shock: golpe de calor.

Alucinógenos

Pastillas, trozos de papel secante impregnado con ácido, estrellitas, polvos, etc.

Se tragan

Alteraciones en la forma de ver la realidad ampliando o distorsionando las formas de las cosas, los colores, los tamaños y los sonidos.

Alucinaciones paranoicas y reacciones de pánico de consecuencias imprevisibles.

Alteraciones mentales: insomnio, delirios, alucinaciones, trastornos del estado de ánimo, irritabilidad.

Heroína

Polvo de color blanco como la harina o marrón como el azúcar moreno

Se inyecta, se fuma o se inhala.

Relaja y elimina el dolor y la ansiedad. Induce el sueño y disminuye el estado de alerta y el funcionamiento mental.

En dosis elevadas puedes provocar la muerte por depresión respiratoria.

Alteraciones digestivas: falta de apetito, estreñimientos. Alteraciones cardiocirculatorias: hipotensión. Alteraciones del sistema nerviosos: trastornos de memoria y atención, pérdida de motivación, depresión. Alteraciones metabólicas.

 

 

Consúltenos si cualquiera de estos síntomas aparece.

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